"Con el colapso del recurso pesquero, miles de personas quedarían sin alimento y sin trabajo en la región del litoral. Habríamos dejado matar la gallina de los huevos de oro para hacer una sopa distribuida entre muy pocos".
Esta frase, que preside una de las últimas ediciones de "En defensa de nuestra pesca", el boletín de Fundación Proteger, se puede explicar con pocos -aunque determinantes- datos:
• Un puñado de grandes empresas ictícolas se llevan entre 20 y 30 mil sábalos por día de la costa santafesina;
• Unos 8.000 ejemplares diarios se congelan en frigoríficos de la zona para luego ser trasladados en camiones con destino a la exportación
• De las 50 ó 60 mil toneladas anuales de peces que se extraen del río Paraná, un gran porcentaje corresponde a sábalos fuera de medida
•Este año el volumen exportado de pescados se incrementó el 16 por ciento en relación a 2001 y totalizó 293.850.000 dólares.
Según estudios de especialistas en pesquería, estos números significan que se estaría extrayendo entre el doble y el triple de lo que el sistema ictícola del río Paraná puede permitir, para que el recurso pesca, eje de la identidad cultural de nuestras poblaciones costeras, se conserve a perpetuidad.
Todo esto teniendo en cuenta que la especie más afectada por la práctica depredatoria es el sábalo, base de la cadena alimentaria de las 20 principales especies de valor comercial que existen entre las 220 que pueblan las aguas dulces (el dorado, la raya, el surubí, el patí, la boga y el manguruyú, entre muchas otras). Sus larvas y huevos les sirven de alimento, por lo que del sábalo depende su supervivencia.
Merced a la tarea de un pequeño grupo de grandes empresas que industrializan y comercializan el sábalo, el mismo es servido como un manjar en mesas de Brasil, Bolivia, Colombia, Chile, Francia, Italia, Nigeria y Sudáfrica. Sin embargo, para los lugareños que subsisten de lo que obtienen para comer o vender a pequeña escala, el sábalo es hoy una pieza difícil de capturar.
A cambio, la pesca comercial, indiscriminada e ilegal mueve actualmente unos 40 mil dólares diarios; origina una progresión extractiva que provocó una crisis pesquera sin precedentes en el litoral argentino; y anticipa la desaparición del sábalo a corto plazo.
Con esta luz amarilla encendida, está en peligro el recurso natural por excelencia de nuestros paisajes de agua: la pesca.
Sabalos
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